Rumbo al 11 de mayo
Elecciones en San Luis: Apatía, boleta única y duelo colectivo
El próximo domingo 11 de mayo, San Luis definirá su futuro político legislativo en un escenario inédito. Un escenario atravesado por la implementación de la boleta única papel, el impacto de feriados intermedios que enfrían los motores de campaña, y una apatía ciudadana que se percibe con nitidez. Apatía que está en las calles, en las conversaciones cotidianas centradas en otros temas y en las redes sociales, donde solo se entusiasman aquellos que apuestan algo en el resultado, ya sea por convicción o en busca de un cargo público por los próximos cuatro años.
Todo indica que esta será una elección de baja intensidad emocional. No hay actos ni se prevén. Tampoco pasiones desbordadas. Si algo caracteriza al proceso electoral en San Luis, es la ausencia de épica: no hay un relato movilizador ni una confrontación ideológica de peso. Predominan, en cambio, gestores de expectativas y operadores de base que intentan garantizar la presencia de los votantes el 11 de mayo en las escuelas. El fantasma del ausentismo sobrevuela la futura jornada electoral.
Desde el plano técnico, el debut de la boleta única papel (BUP) añade un componente de incertidumbre. Aunque el nuevo sistema promete mayor transparencia y agilidad, persisten dudas entre muchos ciudadanos sobre el mecanismo de votación. Por ello, desde organismos oficiales se difunden videos instructivos, y los partidos y frentes políticos refuerzan sus campañas para explicar cómo emitir el voto correcto, alentando a marcar la opción “boleta completa”. La estrategia busca no solo sumar adhesiones plenas, sino también minimizar el riesgo de votos anulados por errores de procedimiento.
La travesía hacia las urnas también se ve condicionada por los feriados: al receso de Semana Santa se suma el del 1º de mayo. Además, en San Luis coinciden las tradicionales festividades religiosas de Villa de la Quebrada y Renca, eventos que suelen movilizar multitudes. Este año, sin embargo, se desarrollarán en un clima de recogimiento tras el fallecimiento del papa Francisco, quien fue inhumado este sábado ante 250.000 personas y 150 líderes mundiales. Un pontífice a menudo incomprendido en su propio país, donde algunos sectores lo han criticado con dureza, muchas veces por figuras que no reunirían ni a sus familiares en sus propias exequias.
La conjunción de estos factores plantea un desafío formidable para la democracia provincial: movilizar a un electorado desanimado y reconectar con una ciudadanía que, en medio del duelo nacional, parece inclinarse más por el recogimiento que por la participación activa.
EN MERLO
En Merlo, seis listas de concejales competirán por cinco bancas en el Concejo Deliberante y la campaña, sin embargo, transita entre altibajos. El fervor solo asoma en discusiones virtuales o declaraciones esporádicas. Viejas rivalidades resurgen: Capuletos y Montescos locales despliegan retóricas floridas o agraviantes, reeditando viejos reproches. Otros actores intentan importar las viejas tácticas proselitistas del conurbano, en apoyo a postulantes que ignoran incluso el nombre de los arroyos de Merlo, y que han mostrado apatía, y algo más, hacia la provincia que los cobijó.
La cercanía del 11 de mayo permitirá comprobar si el silencio ciudadano refleja indiferencia, desinterés o enojo. Y sobre todo, cómo esos sentimientos se traducirán finalmente en las urnas.