Una década del gas pimienta
A diez años del Superclásico 2015: el partido que se definió fuera de la cancha

El 14 de mayo de 2015 quedó grabado en la memoria de los hinchas como la noche en que el Superclásico más esperado de la Copa Libertadores no terminó por razones futbolísticas, sino por un acto de violencia cobarde: el ataque con gas pimienta a los jugadores de River Plate cuando salían al campo de juego para disputar el segundo tiempo, en la mismísima Bombonera.
Lo que siguió fue un caos institucional y una ola de especulaciones que, hasta ahora, nunca habían sido confirmadas ni aclaradas oficialmente. Pero una reciente investigación publicada por el diario Clarín reabre la polémica, con datos que reconstruyen lo que habría sido una jugada maestra en los pasillos de la política del fútbol, donde el poder y los intereses pesan más que el reglamento.
El vacío de Grondona y la ley de los más fuertes
Tras la muerte de Julio Grondona en 2014, la AFA y su influencia en la Conmebol quedaron huérfanas de un liderazgo fuerte. Ese vacío de poder fue ocupado por dirigentes, empresarios y operadores que supieron moverse entre la política nacional y el mundo del fútbol. Entre ellos, Alejandro Burzaco, ex CEO de Torneos y Competencias, devenido luego en testigo clave del FIFA Gate en Estados Unidos.
Según el informe, Burzaco fue quien movió los hilos en las sombras para inclinar la balanza a favor de River en la interna dirigencial. Su influencia, sumada al vínculo con hombres cercanos al gobierno y al poder mediático, habría sido determinante para que la Conmebol fallara sin atenuantes a favor del Millonario: Boca descalificado, River clasificado.
D’Onofrio y el gesto que marcó la historia
Otro punto clave del artículo es el papel que jugó Rodolfo D’Onofrio aquella noche. El presidente de River rompió el protocolo e ingresó al campo de juego mientras sus jugadores estaban siendo atendidos, en una escena que, en la transmisión en vivo, generó controversia. Para muchos, fue una maniobra desesperada; para otros, una estrategia pensada para presionar y garantizar la suspensión del partido.
El gesto, que en su momento fue elogiado por algunos sectores como un acto de defensa hacia sus jugadores, fue también leído como el inicio de una jugada que culminó en los escritorios de la Conmebol. Y aunque la descalificación de Boca parecía lógica desde lo disciplinario, el trasfondo revelado sugiere que la decisión fue más política que deportiva.
Silencios que hablan
Llama la atención el rol pasivo que tuvo Boca Juniors en las horas y días posteriores. Daniel Angelici, por entonces presidente del club, no reaccionó con la firmeza que el caso ameritaba. El club presentó recursos, pero lo hizo con tibieza. ¿Hubo presión política? ¿Negociaciones por detrás? ¿Conveniencias futuras? Las respuestas quedaron sepultadas en los pasillos de la Confederación Sudamericana.
Lo cierto es que la Conmebol nunca publicó los fundamentos del fallo. No hubo un documento detallado que explique los criterios aplicados, ni audiencias públicas, ni descargos mediáticos. Todo fue resuelto en silencio, como tantas veces ocurre en el fútbol sudamericano.
Diez años después, las sombras persisten
A casi una década de aquel bochorno, las heridas siguen abiertas. Lo que parecía una resolución disciplinaria ahora se revela como una compleja trama de intereses cruzados, política, medios, poder económico y estrategias personales. El Superclásico del gas pimienta no solo fue un escándalo deportivo, sino un espejo de cómo se mueve el poder real detrás de la pelota.
La investigación periodística aporta pistas, testimonios y reconstrucciones que permiten mirar con otros ojos lo que ocurrió en mayo de 2015. Y deja una reflexión incómoda: a veces, en el fútbol sudamericano, los partidos más importantes no se ganan en la cancha.
(Fuente: Clarín)