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Turismo y cultura

Un faro de cultura universal en Traslasierra

El Museo Rocsen, en Nono, al oeste de Córdoba, exhibe una amplia colección de objetos y tradiciones de todo el mundo.
domingo 11 de marzo de 2018
Un faro de cultura universal en Traslasierra

Las laderas verdes de los cerros copan la escena alrededor de Nono, mientras un aire cálido y, de a ratos, atravesado por una brisa más fresca se instala en todo el Valle de Traslasierra, al oeste de Córdoba. Pero otro mundo, igualmente vital y cambiante, late entre las paredes del Museo Rocsen. Puertas adentro de este edificio con leves reminiscencias de un templo grecorromano, el paisaje natural cede su protagonismo a merced de una colección de elementos rescatados en los cinco continentes.

El emprendimiento tomó forma en 1969 en una construcción de 100 metros cuadrados cubiertos. Casi medio siglo después, el Rocsen (“Roca santa”, en la lengua celta de Bretaña) ocupa 2.700 metros cuadrados bajo techo y exhibe miles de piezas en un centenar de sectores temáticos.

El creador del museo se instaló en Nono una vez que descubrió las virtudes de la gemoterapia en las sierras cordobesas y fue sorprendido por al poder energizante del cuarzo. Había nacido en Niza (al sur de Francia) en 1928 y llegó a la Argentina en 1951, después de haber madurado largamente el proyecto de un museo polifacético y presentar su ambiciosa idea ante las autoridades de La Sorbona de París, en 1948. Bouchon tenía sus razones para llevar tal propuesta: portaba un currículum cargado de viajes en barco por todos los mares del mundo y había aprovechado el tiempo en cada desembarco para sumergirse en las más diversas culturas y despuntar la vocación por el descubrimiento a través de excavaciones, investigaciones, lecturas y paseos sin rumbo fijo.

Así, impulsado por lemas que sostienen su visión universal -“Mi mantra es el amor, luz, paz”, “Todo el hombre para todos los hombres” y “La cultura es nuestro derecho más absoluto, no puede ser elitista”, entre otras consignas que marcan su rumbo-, empezó a cargar sus alforjas con piedras de llamativas formas, texturas y colores, caracoles, semillas, datos históricos, fósiles de moluscos de millones de años, herramientas milenarias, colecciones de insectos y hasta un pellejo humano reducido por los jíbaros de Ecuador. A esta altura, el meticuloso trabajo de rescate del fundador se revela mediante los 58.728 objetos que alberga el museo.

Las ciencias, las artes y la tecnología se dan la mano a lo largo del recorrido autoguiado. Para que la mirada no salga disparada hacia todas las direcciones, antes de iniciar el paseo es conveniente solicitar en la entrada el plano y folleto informativo del museo, para interpretar mejor la propuesta y seguir un recorrido coherente. Los primeros pasos conducen hacia la muestra de Cerrajería, Bicicletas de todas las épocas, Motores, Historia de la rueda, Automóviles, Carruajes y Rincón Aristócrata. Ningún modelo estándar o versión sui generis parece haber quedado al margen de esta increíble sucesión de testimonios de la evolución humana, usos y costumbres autóctonas y exóticas, el fruto de una empresa tan polifacética como imposible de rotular.

“Siempre tuve la inquietud de mostrar todo esto a la gente. Se me fue ocurriendo en los lejanos tiempos cuando vivía en París y estudiaba simultáneamente Bellas Artes, Artes Aplicadas a la Industria y Antropología Física y Cultural”, subraya muy serio Bouchon con un susurro desprendido de su cuerpo de aspecto frágil.

A un costado de la sala D, el Rincón Criollo Peón de Estancia convive con los pulcros detalles reservados para el Rincón Europeo. Ese notorio contraste irradia un dejo irónico, como una broma al pasar sugerida por el museo a sus visitantes. El Rocsen retoma el rigor científico aplicado por su dueño en las áreas Antropología Física, Medicina Antigua, Paleontología, El Mar, El Tiempo, La Escritura, La Fotografía y La Cinematografía. Las piezas que atesora Bouchon como valiosas piedras preciosas no dan respiro y una sóla jornada parece insuficiente si uno pretende observar y, a cada rato, quedar demudado ante las piezas guardadas bajo vitrinas.

Es fácil comprobar que Bouchon manifiesta satisfacción cuando un turista traspone por primera vez la fachada del museo, ornamentada con 49 estatuas que modeló el visionario con sus manos. Sin embargo, todo parece estar en orden recién cuando sus huéspedes terminan de comprender el sentido místico y el mensaje de paz que irradia el Rocsen.

Cuánto cuesta. Entrada al Museo Rocsen, $ 200; de 11 a 17 años, $ 50; jubilados, $ 150; estudiantes universitarios, $ 100 (03544- 498-218 / 03544- 15570148 / museorocsen@gmail. com / www.museorocsen.org).

Fuente: Clarín

 

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