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Sierras chicas

Un milenario mortero comechingón a metros de la calle y del que poco se habla

Las señales de los pueblos originarios son frecuentes en las sierras, pero no todas son tan accesibles. Este mortero se puede ver en Colanchanga, un poblado pegado a la localidad cordobesa de Río Ceballos.
domingo 13 de noviembre de 2022
Un milenario mortero comechingón a metros de la calle y del que poco se habla
Hay varios morteros y señales de pueblos originarios en esa zona.
Hay varios morteros y señales de pueblos originarios en esa zona.

Como ocurre en otros puntos de las sierras, existen señales de los pueblos originarios, al aire libre, que convierten a estos sitios en verdaderos museos a cielo abierto. De ambos lados de las sierras, los Comechingones tuvieron su vida, sus pueblos y actividades, cientos y miles de años atrás.

Por ello, durante años se han encontrado y se siguen encontrando “materialidades” que dan cuenta de ese pasado prehispánico: vasijas, puntas de flecha, morteros, entre otros utensilios. Colanchanga no es la excepción y, a metros del vado que es lugar de encuentro y paseo, es posible visitar un mortero comechingón que se encuentra perfectamente confeccionado sobre una piedra.

“Hay varios morteros y señales de nuestros pueblos originarios en esta zona; algunos se pueden visitar en caminatas y otros, pese a que sabemos que están, no hemos logrado acceder; están en zonas menos accesibles”, explica a cba24n.com.ar Christian Toto Dománico, presidente del Centro Vecinal de ese paraje.

“Este mortero fue fichado por Patrimonio de la Provincia en la década de 1950 como sitio arqueológico de interés. Pero estaba poco visible y sin señalización, hasta que nosotros limpiamos el lugar y le pusimos un cartel”, remarca el presidente del Centro Vecinal al destacar que esto promovió un mejor aprovechamiento del monumento, para quienes lo quieren visitar y para celebraciones como la de la Pachamama.

Además, indicó que este mortero está solo en el lugar, por lo que dice que en la zona estiman que “habría pertenecido a un chamán, hechicero o alguien que preparaba medicamentos”, ya que en otros casos “aparecen varias bocas juntas, de uso comunitario”, destacó.

Puntualmente sobre el mortero al que se hace referencia, especialistas consultados confirmaron que es anterior a la llegada de los españoles al continente y que es probable que supere los 1.000 años de antigüedad.

“Hay diferentes dataciones, unas que vienen de las memorias indígenas y otra cuestión es la que nos indica la ciencia”, explica a cba24n.com.ar el antropólogo José María Bompadre. “Hay miembros de comunidades acá en la provincia que hablan de poblamiento ancestral de 15 mil años, mientras que en la arqueología hablan de un poblamiento temprano de 10 mil u 11 mil años hacia el pasado”, destacó.

Bompadre señaló que algunos historiadores describen que desde hace dos mil años se comenzó a definir un “horizonte agro-alfarero”, el que se fue configurando durante el tiempo y al momento de la llegada de los españoles se encontraron con estos grupos que mantenían relaciones de parentesco, intercambios comerciales, eran cazadores, recolectores, agricultores o se dedicaban a la domesticación de animales, entre otras prácticas que se conformaron hace unos ochocientos años. 

En ese sentido, explica que “comechingones” es una denominación que impusieron los españoles cuando llegaron a estos territorios, hace 500 años. Desde ese momento, fueron desarticulando estructuras y pueblos que tenían sus propios nombres y que ahora en la actualidad los conocemos como “pueblos comechingones”. 

“Los marcaron como comechingones, pero ninguno se identifica así, porque en rigor, no se llamaban comechingones”, aclaró Bompadre.

Con respecto de los morteros, aseguró que “generalmente se encuentran de a tres o cuatro juntos, porque eran de uso comunitario”. En general, la mayoría de morteros se encuentran en zonas cercanas a los ríos, por el aprovechamiento del agua, y se usaban para la molienda de distintos productos naturales, alimentos, tinturas, entre otros usos cotidianos y culinarios. 

Explicó además que “en todas las comunidades había personas que curaban y que tienen un nombre específico en su propia cultura”. En ese sentido, señaló que "luego las ciencias los han llamado chamanes, que es una denominación que viene de Rusia, hechiceros e incluso curanderos”. “Son personas que curan y tienen un reconocimiento simbólico y espiritual sumamente importante”, describió.

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