Hasta ahí llegamos con el guía de trekking Germán Romero, en otro domingo de aventura que compartimos con un grupo de personas de Villa de Merlo y La Pampa. Bien temprano a la mañana comenzamos el ascenso al filo serrano, cruzamos el límite interprovincial con Córdoba y continuamos avanzando por el camino de ripio hasta cerca del puesto El Tono, donde dejamos los autos. Ahí empezó nuestro trekking.

Primero nos desviamos para llegar al Sato del Tigre. Tras unos pocos minutos de caminata alcanzamos la cascada desde su parte más alta. La rodeamos y bajamos para ubicarnos al lado de la enorme olla. Ahí fue el lugar perfecto para un desayuno al sol. Después de algunos mates para recargar energías, seguimos hacia el Pueblo. Con cada paso nos fuimos internando más en el corazón de las sierras. Media hora antes de llegar tuvimos una vista panorámica del misterioso Pueblo Escondido y del imponente Cerro Áspero de 1986 metros de altura, que pronto conoceremos más de cerca.

El desnivel desde la salida, hasta la llegada fue de unos 450 metros. Lo hicimos por un sendero de mula bastante marcado por el paso de los caballos, pero aun así, nunca dejamos de estar atentos, ya que los cambios de clima en esas alturas son bastante frecuentes, de tener un día soleado podemos llegar a estar envueltos por una densa niebla, o alguna tormenta de altura.

UN LUGAR INCREIBLE

Pueblo Escondido está al pie del Cerro Áspero a unos 1700 metros de altura sobre el nivel del mar. Allí se unen los arroyos El Tigre, Del Bosque y del Medio. Esa mina fue iniciada por capitales alemanes e ingleses. Pueblo Escondido contaba con grandes instalaciones que llegaron a albergar unos 400 mineros.  

El mineral que explotaban era el tungsteno (wolframio) que servía en su gran mayoría para la fabricación de material bélico. Tuvo su auge durante el transcurso de la primera y segunda guerra mundial, en donde el mineral era muy requerido para la fabricación de tanques y proyectiles.

En sus comienzos ese mineral extraído de las minas viajaba a lomo de mula hacia el límite puntano y bajaba por las cuestas de nuestras sierras de los Comechingones, ya luego con la construcción del camino de ripio que llegaba hasta La Cruz, se lo transportaba en camiones hacía la provincia de Córdoba.

LA VIDA EN EL MEDIO DE LAS SIERRAS

El Pueblo minero era autosustentable. Funcionaba con su propia moneda, tenía su propio almacén, carnicería, sala primeros auxilios, escuela y una capilla ubicada en la puerta de la bocamina inferior (hoy restaurada por completo).

Los mineros sin familia vivían en las casas rosadas, en pequeñas piezas donde trabajaban a colchón caliente, es decir entraba uno y salía otro. En las casas blancas vivían aquellos de más rango y que además contaban con familias. En la parte más alta los capataces y jefes de alto rango.

EL FIN DE LA MINA, EL COMIENZO DE UN DESTINO DE AVENTURA

Su cierre coincide con el fin de la segunda guerra mundial: la baja en la demanda del tungsteno, y la importación del mineral desde China (a precios muchos más bajos), hizo que deje de ser rentable la mina y ahí quedó abandonada completamente.

Hasta que por los 90' un aventurero de Villa General Belgrano llegó, y con muchos años de esfuerzo logró de a poco convertirlo en un lugar de visita obligado para los amantes de trekking, mountainbike, enduro y 4x4.

Con los años se convirtió en uno de los atractivos más visitado por el turismo aventura que acceden desde San Luis (Villa de Merlo) y desde las localidades del Valle de Calamuchita.

Contactos

Germán Romero - Guía de trekking profesional AAGM/UNC (Guía de Trekking de la Asociación Argentina de Guías de Montaña – Universidad Nacional de Córdoba) prestador de turismo alternativo habilitado en riesgo medio y riesgo alto. Socorrista en zonas agrestes.
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