Hace algunos domingos atrás con un clima de mucho viento, bajas temperaturas y cielo cubierto, salimos tempranito desde Villa de Merlo hasta Los Molles. Dejamos los autos en el Balneario El Talar y desde ahí iniciamos el trekking. 

El ascenso fue a buen ritmo por la empinada cuesta de la Ollada. En poco menos de tres horas logramos llegar hasta la Aguada del Bosque.

Un Rincón de las sierras repleto de tabaquillos. Un escenario natural considerado una de las maravillas provinciales. Ubicado a unos 1800 msnm. Es una de las quebradas más abruptas de las Sierras de los Comechingones.

Entre los tabaquillos encontramos nuestro refugio del viento helado que nos acompañó durante casi todo el ascenso. Ahí nos acomodamos para compartir un rico almuerzo y tomar algo calentito para recuperar energías.

Tras el almuerzo empezó la segunda parte de nuestra aventura. Costeando el arroyo descendimos unos metros y tuvimos una vista privilegiada al Valle del Conlara. La bajada hasta la cascada más alta fue bastante técnica.

Los siete saltos caen en forma de Rosario y son conocidos porque en días de lluvia se pueden ver desde la ciudad de Los Molles, donde los llaman “hilos de plata” por la forma que reflejan cuando se deslizan por la ladera.

Una ladera tan imponente como vertical. Pasando entre piedras, agua congelada y estalactitas de hielo. Nos fuimos ayudando con las dos manos para sortear cada paso y avanzar. La experiencia del guía sumado al trabajo en equipo fue fundamental para garantizar la seguridad de todos.

Dejamos mochilas, preparamos nuestros equipos y Germán empezó a armar las cuerdas y preparar todos los seguros para el descenso.

Arneses y cascos listos y ajustados, desafiamos una vez más el vértigo y empezamos a bajar por al lado de la cascada de unos 22 metros.

El rapel fue todo el tiempo con los pies sobre la pared, en parte seca, en parte con un poco de verdín. Sobre los últimos metros incluyó un salto extra para sortear un obstáculo antes del descenso.  

Una vez en el pie de la cascada más alta, pudimos ver la siguiente cascada desde arriba y el vuelo de varios cóndores curiosos que tienen sus condoreras en la zona.

La trepada para la vuelta hasta las mochilas fue muy divertida y desafiante. Con mucha atención logramos escalar entre las piedras y los árboles, para subir. Nos sacamos los equipos, calzamos mochilas y empezamos la vuelta a casa.

Con la felicidad de una nueva aventura cumplida, el trabajo en equipo y el objetivo de una ducha caliente caminamos durante poco más de dos horas hasta llegar nuevamente a los autos. Como bien dicen los montañistas, la cumbre está abajo. La sensación de llegar no se puede definir con palabras.

Germán Romero - Guía de trekking profesional AAGM/UNC (Guía de Trekking de la Asociación Argentina de Guías de Montaña – Universidad Nacional de Córdoba) prestador de turismo alternativo habilitado en riesgo medio y riesgo alto. Socorrista en zonas agrestes.
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