2020-11-13

Violencia de género

Tilisarao: Fue atacada a martillazos por su ex y pide justicia porque lo liberaron

 

 

Analía Verónica Chiavassa se siente sola, prácticamente abandonada a su suerte. Este jueves a la mañana, su abogado, Mario Aimale, la llamó y le comunicó la última novedad que le habían dado desde el Juzgado Penal de Concarán. Su expareja, Walter Alejandro Barrionuevo, quien hace dos semanas la atacó con un martillo en su casa de Tilisarao y abusó sexualmente de ella, acababa de ser liberado por la jueza Patricia Besso.

Si bien el hombre había sido detenido e imputado, en principio, por "Violación de domicilio, daños, lesiones leves doblemente agravadas (por la condición de ser expareja y porque el hecho fue perpetuado por un hombre mediando violencia de género) y abuso sexual", la magistrada le dictó la falta de mérito por el último delito y lo procesó por los otros.

En la semana, el abogado de Chiavassa había planteado que Barrionuevo fuera investigado directamente por tentativa de femicidio, pero esa posibilidad también fue descartada por la jueza, dijo la mujer. 

Hacia el final de su resolución, la magistrada estableció como únicas condiciones a seguir por Barrionuevo que deberá fijar domicilio dentro del radio del juzgado, acercarse a tribunales y firmar el libro de la secretaría del 1º al 10 de cada mes, no ausentarse de la localidad por más de tres días sin la expresa autorización del tribunal interviniente y, por último, someterse a una terapia psicológica y/o psiquiátrica con un profesional que él elija, todo bajo apercibimiento de ordenar su detención si no cumple con dichas disposiciones.

Chiavassa y Barrionuevo convivieron más de tres años

En junio pasado, luego de haber intentado en más de una oportunidad salvar la relación, decidió separarse, contó la mujer. "Él era una persona bastante inestable emocionalmente y eso me terminó desgastando. Yo la venía remando de alguna manera, porque estaba enamorada y porque creía que después de ciertos acontecimientos la situación podía cambiar, pero no fue así", dijo.

Aunque el nivel de violencia que el hombre le mostró la madrugada del 30 de octubre fue algo que la víctima jamás imaginó, esa no fue la primera vez que él la agredió. Al peor de esos episodios anteriores lo vivió hace dos años. "Fue una escena de celos que desembocó en una agresión", resumió.

Ese hecho puntual fue el envión que necesitó para acercarse a la Comisaría 23ª y exponer lo que había pasado. La Policía hizo un informe, pero después Chiavassa reconoció que no continuó con la denuncia en el plano judicial porque no estaba segura de poder acatar lo que la Justicia dispusiera, no estaba convencida de terminar la relación y mucho menos de ese modo.

Luego de dos años se convenció de que eso era lo mejor. "Así que en junio nos separamos y me mudé a mi casa", contó. Aun así jamás perdieron el contacto. "Si bien hablábamos o compartíamos algo a veces, no volvió a ser lo mismo. Pero es como que todo quedaba bien", dijo.

Uno de esos momentos que compartieron fue la noche del jueves 29 de octubre. Ambos cenaron en la casa de los padres de ella. "Él (Barrionuevo) en un momento se retiró y comenzó a mandarme mensajes de WhatsApp", relató. Estaba celoso.

Después, cerca de las cinco de la mañana, ella se fue hasta su domicilio, ubicado en la ruta provincial 23, a tan solo 300 metros de lo de su ex.

Chiavassa alcanzó a entrar su moto por la puerta balcón de su vivienda cuando sintió un golpe detrás de la cabeza. "Fueron segundos. Cuando escucho que viene es como que me doy vuelta, pero sin soltar la moto", narró. Ese movimiento previo que hizo fue el que hizo que el golpe no fuera más contundente, calcula ella. Y la capucha de la campera que tenía puesta también disminuyó el impacto, según estimó.

No se cayó ni perdió el conocimiento. Ahí vio que su atacante era Barrionuevo, quien le había pegado con un martillo. "Él empezó a darles golpes a los vidrios de la puerta", agregó. En ese instante, ella se bajó de su moto, pero no pudo ir lejos. "Me agarró de los pelos y ahí es cuando me quiso sacar el cinto del pantalón, me lo rompió y me manoseó", contó.

Cuando el hombre notó que en el bolsillo derecho de su pantalón ella tenía su celular, lo sacó y trató de romperlo con el martillo. "Logré sacárselo y ahí es cuando me rompió el equipo de música", relató. Luego de destrozarle el artefacto, se volvió hacia ella. "Me quiso dar un segundo martillazo, pero yo le puse la mano y se fue hacia la moto", aseguró. Le destrozó el tanque, el tablero y el parabrisas, y se fue.

Allanamiento

Ese mismo día, durante la tarde, la Policía allanó el domicilio de Barrionuevo, en la calle Mitre. Secuestraron una serie de martillos y también la ropa que la víctima describió que usó durante el ataque.

Para la mujer está más que claro que todo fue premeditado. "A las 4:57 él me envió el último mensaje, en el que me decía que quería verme, y a las 5:06 yo llamé a la Policía. O sea, lo tenía todo pensado. Agarró el martillo, se vino corriendo hasta mi casa y me atacó", remarcó.

(El Diario de la República/Redacción)

 

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