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Cooperativas comunitarias

40 familias en un proyecto cooperativo que recupera saberes de Traslasierra

Comunidad Trabajo y Organización produce gallinas ponedoras, huevos y alimentos para animales de forma agroecológica. Comercializan en ferias de Mina Clavero, Las Rosas y Las Calles.
domingo 03 de noviembre de 2019
40 familias en un proyecto cooperativo que recupera saberes de Traslasierra

Comunidad Trabajo y Organización nació hace siete años en los departamentos de San Alberto y San Javier, en el valle de Traslasierra cordobés, cuando un grupo de personas que ya habían participado en “experiencias comunitarias y cooperativas” comenzaron a buscar alternativas de vida que les permitiera “generar trabajo digno y recuperar los usos, las costumbres y los saberes ancestrales de la zona”.

Hoy son 40 familias que producen gallinas ponedoras, huevos y alimentos para aves, rumiantes y porcinos. Además, se autoabastecen de productos hortícolas, de huevos, de carne de pollo, de oveja, de cabrito, de cerdo, algo de vaca y venden los excedentes en las ferias agroecológicas de Mina Clavero, Las Rosas y Las Calles. “Somos una organización rural, de trabajo agrario y nuestro planteo organizativo es cooperativo en el más profundo de los sentidos”, le dijo a La Nueva Mañana Fabricio Puzio, miembro de la comunidad.  

Pero cuando comenzaron a organizarse, la primera necesidad que surgió fue la de alfabetización para adultos. “En ese espacio educativo participaban sobre todo mujeres mayores. Ahí pensamos qué podíamos hacer para que lo jóvenes tuvieran alternativas laborales que no fueran el turismo, la construcción o el servicio de limpieza. Así surgió la idea de recuperar la cría de animales y aves de corral y empezamos a gestionar -con un subsidio del ministerio de Agricultura de la provincia de Córdoba- la manera de aumentar las escalas de producción, que eran mínimas: sólo había quedado la costumbre de tener un par de gallinas, pero nadie vivía de eso”, contó Puzio.

–¿Se acercaron los jóvenes?

–Sí, se empezaron a cercar los jóvenes y surgió la idea de hacer un proyecto integral que satisficiera las necesidades de la zona respecto al abastecimiento de alimento balanceado, que era un problema, porque los precios en Traslasierra están muy por encima respecto a otros lugares, por los costos de transporte. 

Después de empezar a producir alimento balanceado se enfocaron en la producción de gallinas ponedoras que venden a productores de la zona. “Nos capacitamos y empezamos a desarrollar una genética especial de gallinas ponedoras. Compramos una incubadora para producir 1100 animales cada 21 días. Ahora compramos otras incubadoras para 500 huevos más. De ahí surgió la gallina negra ponedora Inta, que es un animal especial para Traslasierra por sus características generales, genéticas y porque se adapta al frío. Nosotros comercializamos las gallinas ponedoras que salen de ahí”, contó Puzio. 

–¿Qué más producen?

–Hoy elaboramos 200 kilos de alimentos balanceado por hora. En principio fue para autoconsumo, pero ahora comercializamos la línea de alimentos para aves, rumiantes y porcinos que la compran sobre todo otros productores familiares de la zona. También producimos huevos que vendemos en las ferias agroecológicas y tenemos desde el año pasado un acuerdo con la comuna de Las Calles y con la intendencia de Nono a través de quienes llega al Paicor. Como nuestro modo de producir es agroecológico, al alimento lo producimos sin antibióticos y eso garantiza una alimentación sana para nuestros hijos y para los vecinos que van a las escuelas de la zona. También tenemos una producción hortícola para el autoconsumo, pero también para comercializar el excedente en las ferias, sobre todo en el verano con el turismo. Y hay un grupo de compañeras de Las Chacras que está buscando agregar valor haciendo dulces y pastas caseras. 

–¿Cuáles fueron las dificultades que tuvieron al empezar el proyecto?

–Aprender a organizarnos con una lógica cooperativa, de colaboración y de aprendizaje continuo, especializándonos y sin que haya alguien que dirija todo. Algunos se especializaron en incubadoras y otros en alimentos balanceado, pero nuestro planteo organizativo es cooperativo en el más profundo de los sentidos. Somos una comunidad que se involucra en otros temas además de lo comercial. Hacemos actividades culturales, talleres con niños, porque pensamos la búsqueda de condiciones dignas para los trabajadores de manera integral, incluso desde la salud en el trabajo: no sobreexplotarnos, no lastimarnos haciendo fuerza. El cuidado del cuerpo es fundamental para nosotros. Otra dificultad de estos últimos cuatro años fueron los costos para producir, porque están atados al precio del dólar, así que hemos tenido meses complicados, sin precios de referencia, con mucha incertidumbre. Y en Traslasierra tenemos unos costos de fletes muy elevados así que intentamos sortear eso abasteciéndonos con productos de la zona. 

–¿Cuáles han sido los logros más importantes de estos años?

–El rol de las mujeres jóvenes en los emprendimientos cooperativos es fundamental. Son ellas las que se pusieron al hombro los emprendimientos cooperativos, las que garantizan la parte organizativa, las que se capacitaron y las que día a día garantizan el funcionamiento de los emprendimientos. También hay hombres, pero en menor porcentaje y los roles protagónicos los tienen las compañeras jóvenes, que son las que se sumaron en una segunda etapa. 

–¿Qué más producen?

–Hoy elaboramos 200 kilos de alimentos balanceado por hora. En principio fue para autoconsumo, pero ahora comercializamos la línea de alimentos para aves, rumiantes y porcinos que la compran sobre todo otros productores familiares de la zona. También producimos huevos que vendemos en las ferias agroecológicas y tenemos desde el año pasado un acuerdo con la comuna de Las Calles y con la intendencia de Nono a través de quienes llega al Paicor. Como nuestro modo de producir es agroecológico, al alimento lo producimos sin antibióticos y eso garantiza una alimentación sana para nuestros hijos y para los vecinos que van a las escuelas de la zona. También tenemos una producción hortícola para el autoconsumo, pero también para comercializar el excedente en las ferias, sobre todo en el verano con el turismo. Y hay un grupo de compañeras de Las Chacras que está buscando agregar valor haciendo dulces y pastas caseras. 

–¿Cuáles fueron las dificultades que tuvieron al empezar el proyecto?

–Aprender a organizarnos con una lógica cooperativa, de colaboración y de aprendizaje continuo, especializándonos y sin que haya alguien que dirija todo. Algunos se especializaron en incubadoras y otros en alimentos balanceado, pero nuestro planteo organizativo es cooperativo en el más profundo de los sentidos. Somos una comunidad que se involucra en otros temas además de lo comercial. Hacemos actividades culturales, talleres con niños, porque pensamos la búsqueda de condiciones dignas para los trabajadores de manera integral, incluso desde la salud en el trabajo: no sobreexplotarnos, no lastimarnos haciendo fuerza. El cuidado del cuerpo es fundamental para nosotros. Otra dificultad de estos últimos cuatro años fueron los costos para producir, porque están atados al precio del dólar, así que hemos tenido meses complicados, sin precios de referencia, con mucha incertidumbre. Y en Traslasierra tenemos unos costos de fletes muy elevados así que intentamos sortear eso abasteciéndonos con productos de la zona. 

–¿Cuáles han sido los logros más importantes de estos años?

–El rol de las mujeres jóvenes en los emprendimientos cooperativos es fundamental. Son ellas las que se pusieron al hombro los emprendimientos cooperativos, las que garantizan la parte organizativa, las que se capacitaron y las que día a día garantizan el funcionamiento de los emprendimientos. También hay hombres, pero en menor porcentaje y los roles protagónicos los tienen las compañeras jóvenes, que son las que se sumaron en una segunda etapa. 

(Fuente:La Nueva Mañana)

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