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Violencia de género

Traslasierra: Torturó y esclavizó a su pareja durante 20 años, ahora va a juicio

Está acusado de “reducción a la servidumbre”. La víctima afirma sentirse libre, a 14 meses de la detención del imputado.
martes 03 de septiembre de 2019
Aislamiento
Uno de los factores que dificultó que se hiciera antes la denuncia. (Foto ilustrativa/ Pexels)
Uno de los factores que dificultó que se hiciera antes la denuncia. (Foto ilustrativa/ Pexels)

Comenzó en los Tribunales de Villa Dolores el juicio a un hombre acusado de reducir a la servidumbre durante más de 20 años a su pareja, con quien comparte dos hijos. El caso, marcado por la violencia familiar y la figura delictiva extraordinaria en estos tiempos, ha conmocionado a Traslasierra desde mayo de 2018.

Ese mes, Fernando Jesús Agüero (43), un empleado municipal de la localidad de San José, fue detenido. Está acusado de torturar física y psicológicamente a su mujer, esclavizarla y obligarla a distintas acciones serviles.

El caso de “reducción a la servidumbre”, desde la perspectiva de género, sería uno de los pocos registrados en el país. Organismos de Derechos Humanos piden una condena ejemplificadora y se concentrarán en los Tribunales.

“No era un caso más de violencia de género, además de las agresiones constantes durante casi 20 años, había una cosificación del detenido hacia la mujer, que generaba en ella una verdadera despersonalización y la convertía en su propiedad”, explica el fiscal Sergio Cuello, quien instruyó la causa.

Este año, el juez de Control validó la calificación de reducción a la servidumbre. Sólo ese delito prevé entre cuatro y 15 años de prisión. Además, Agüero está acusado de lesiones leves reiteradas, amenazas, coacción calificada por el uso de arma, desobediencia a la autoridad y agresión calificada.

GOLPES A DIARIO

Según la acusación, Agüero golpeaba casi a diario a su pareja; la mayoría de las veces, sin dejarle marcas que evidenciaran los golpes. Otros maltratos consistían en no permitirle que hablara o durmiera, golpearle el mismo muslo repetidas veces para dejarla renga, amenazarla con quitarle los hijos, obligarla a desnudarse y dejarla fuera de la casa en una noche fría o exigirle que durmiera sentada.

En ocasiones, la amenazaba con un revólver. Además, impedía que ella saliera de la casa o que recibiera visitas. Una violencia similar ejercía con los hijos, quienes animaron a su madre a denunciar el calvario que vivían.

El dominio que el hombre ejercía sobre ella era una supremacía que incluía la humillación permanente y un pánico que la inmovilizaba y la enajenaba.

SEGUNDA MUJER

Un caso extremo se dio hace algunos años, cuando Agüero llevó a la casa, durante varios días, a su “familia paralela”, obligándole a su víctima a alojar, cocinar y servir a su segunda mujer y a los cuatro hijos que tiene con esta.

En mayo de 2018, S. M. P. denunció a Agüero por más de 30 hechos de violencia entre 1996 y 2018. El imputado, preso en el penal de Villa Dolores, es miembro de una conocida familia de San José, pueblo ubicado 12 kilómetros al oeste de Villa Dolores. Miembros de esa familia han amenazado en los últimos meses a la mujer, por lo que se les impuso una restricción.

“LIBERTAD”

A 14 meses de lo que ella considera su “salida a la libertad”, desde el día en que su exmarido fue preso, S. M. P. parece otra persona. En diálogo con este diario, se muestra contenta y habla con soltura. Trabaja en un supermercado de Villa Dolores por un plan laboral y dispone de su dinero. No como cuando hacía tareas rurales y su opresor se apropiaba del ingreso.

Antes, si iba a la ciudad debía hacerlo acompañada por alguno de sus hijos, por exigencia del hoy acusado. También viajó a Córdoba capital, de donde es oriunda, y pudo volver a ver a su hermano después de casi 20 años. Incluso, incursionó en las redes sociales.

“Ahora, hasta puedo comer tranquila, y he aumentado varios kilos, tengo amigas que pueden visitarme, y hasta he vuelto a cantar y a tocar la guitarra; también mis hijos viven sin miedo”, cuenta la mujer, oriunda del barrio cordobés de Las Magnolias.

“Yo tocaba la guitarra en el coro de la iglesia de Santa Ana, y después acá en San José, pero él no me dejaba ir a las misas, era muy celoso y no le gustaba que yo tuviera contacto con otras personas, sobre todo en el momento de ‘la paz’ o cuando nos tomábamos las manos para rezar el Padre Nuestro”, dice.

También recuerda que Agüero se apropió de la herencia que ella recibió de sus padres, para adquirir una camioneta que luego no vio más. Incluso, se quedaba con el dinero de una pensión que ella tiene por discapacidad visual.

“Con mis hijos tenemos mucho miedo de que salga en libertad”, afirma la mujer, de 42 años. Y agrega: “Desde la cárcel, me escribió una carta que es puro amor, pero yo no le creo nada”. S. M. P. les agradece a las integrantes de la Mesa de Derechos Humanos de Traslasierra, quienes la asesoran en lo legal, le consiguieron trabajo y la contienen emocionalmente.

La mujer conoció a Agüero en la ciudad de Córdoba en 1995. Un tiempo después, quedó embarazada, y luego se trasladaron a Traslasierra. “En 15 años, vivimos en 11 casas. Siempre trabajábamos en changas, él como albañil y yo en el campo”, recuerda ella.

Los 33 hechos denunciados son los que ella pudo recordar de una cotidianidad de violencia que sufrió durante dos décadas. “Estaba muy sola y tenía mucho miedo”, responde la víctima cuando se le pregunta por qué no lo hizo antes.

El juicio concita mucha expectativa por sus características y porque enfrentará los conceptos de Cuello, hoy Fiscal de Cámara, contra los de Eduardo Cúneo, el conocido penalista que defiende a Agüero. La denunciante no presentó querella, y cuenta con el apoyo de grupos de derechos humanos. Presidirá el tribunal el juez Santiago Camogli. (LA VOZ)

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