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Desaparición

Caso Delia Gerónimo Polijo: un enemigo íntimo en el centro de la investigación

El sospechoso que se quitó la vida hace dos semanas participó de manera activa en los primeros días de la búsqueda. Incluso, sembró una pista que ahora en La Paz se cree que era falsa con el objetivo de desconcertar.
domingo 06 de enero de 2019
Marchas
Sugue el reclamo por el caso de Delia Gerónimo Polijo. (Foto: La Voz)
Sugue el reclamo por el caso de Delia Gerónimo Polijo. (Foto: La Voz)

El nuevo año comenzó sin que se pueda dilucidar aún el misterio de lo sucedido con Delia Gerónimo Polijo, la adolescente de 14 años que desapareció el 18 de septiembre cuando volvía a pie del colegio en el pueblo de La Paz, a su casa en el paraje La Guarida.

La presunción de que habría sido víctima de un joven que se suicidó el 24 de diciembre, tras ser vinculado al caso, no termina de pasar de la hipótesis a la realidad, ya que no se han encontrado hasta ahora nuevas pruebas o indicios que puedan vincular formalmente un hecho con otro.

Fuentes judiciales afirmaron que la búsqueda continúa, pero a 13 días del hallazgo del sospechoso ahorcado, luego de que su mujer lo denunciara, no hay evidencias firmes de que haya agredido a la adolescente buscada, aunque las sospechas se mantienen en pie.

Sí se están analizando algunos elementos que la mujer llevó a la comisaría del pueblo la tarde del 23 de diciembre, cuando afirmó que su marido, Mauro Martínez (27), le dijo que la iba a matar, “como a la boliviana” (Delia tiene padres de esa nacionalidad) y que, al igual que a la adolescente desaparecida, la iba a tirar “en el pozo de Pinocho”.

La denunciante también entregó restos de elementos que el hombre había quemado justo después de la desaparición de la jovencita. La denunciante explicó que en esa zona los vecinos suelen quemar la basura, pero Martínez nunca lo hacía.

“Pinocho” le llaman en la zona a Rufino Becerra, el propietario del campo donde apareció colgado Martínez horas después de que su mujer lo denunciara.

Según confirmaron fuentes policiales, en esa propiedad y en otras de la zona son muchos los “pozos balde” cavados y abandonados en el pasado.

Les costó a los investigadores definir cuál, entre varias, era la supuesta perforación mencionada, de una profundidad de casi 70 metros. Más les costó a los equipos especiales de la Policía descender esa distancia.

Lo cierto es que nada encontraron, ni en ese pozo ni en otros inspeccionados hasta ahora.

“UN AUTO BLANCO”

El cadáver de Martínez fue la única novedad de importancia luego de tres meses de intensa e infructuosa investigación. Ahora, los equipos dirigidos por el fiscal de Villa Dolores Raúl Castro volvieron a focalizar sobre lo andado y a resignificar información anterior.

Entre otros puntos, llamó la atención la “colaboración” que Martínez había brindado de manera espontánea a lo largo de esta causa. El empleado municipal hallado muerto, vecino de Delia y de su familia, había brindado información cuando se inició la búsqueda de la adolescente. Incluso participó de los rastrillajes y de las primeras marchas pidiendo su aparición.

“Martínez dijo que a la hora en que desapareció Delia, y cerca de donde se la vio por última vez, había visto un auto blanco” apuntó en los últimos días un investigador.

El dato era raro, porque la mayoría de los testigos que hablaban de un vehículo mencionaban una camioneta roja, cuyo conductor finalmente fue encontrado y desvinculado.

Hoy, se cree que Martínez pudo mentir para desviar la búsqueda. El sitio indicado está muy cercano a su casa. Es donde se encontraron, al otro día de la desaparición, algunas pertenencias de Delia.

VIOLENTO

En su declaración, A. P., la esposa del sospechoso, dijo también que el joven, aquella tarde de septiembre, había salido en una moto. Y al otro día lo había hecho en un carro tirado por un equino. Por esa razón, un gabinete físico y químico de la Policía Judicial analiza dos motos y dos carros secuestrados en poder del sospechoso. Se cree que los vehículos pudieron servir para trasladar el pequeño cuerpo de la adolescente.

Martínez era violento y consumía alcohol y drogas con frecuencia, según confirmó su mujer. En julio había acuchillado a un conocido, por lo que estaba imputado por lesiones graves. También eran habituales las agresiones a su esposa. Era padre de dos niñas de 5 y 2 años.

Delia desapareció entre las 16.30 y las 17.45 de aquel martes 18 de septiembre, luego de haber caminado los casi seis kilómetros que separaban su colegio, en el centro de La Paz, de su casa en el paraje La Guarida.

Fuentes judiciales informaron que la semana que viene llegarían a la zona dispositivos aportados por Gendarmería Nacional para la búsqueda. Vecinos y grupos de derechos humanos volvieron a convocar ayer a una marcha.

UNA CADENA DE DOS CORAZONES PARTIDOS

Según fuentes judiciales, el domingo 23 de diciembre, alrededor de las 17, cansada de la violencia de su marido, una joven de 27 años denunció que él, Martínez, la había amenazado y le había dicho que le iba a pasar “lo que le pasó a la Delia”.

La mujer, quien con el ahora fallecido tiene dos niñas, también entregó en la comisaría de La Paz una cadenita metálica con un medio corazón y otros elementos que habrían pertenecido a Delia. Sin embargo, los policías no llegaron a tiempo a atrapar a Martínez: el lunes 24 lo encontraron ahorcado en el monte. (la voz / redacción)

 

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