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A dos mil metros de altura

Dos merlinos unidos en una brutal aventura de bicicleta

Pedro Strelin y Gerardo González hicieron 300 kilómetros en cuatro días. 70 de esos kilómetros fueron íntegramente a campo traviesa. En jornadas de casi 16 horas unieron San Luis y Córdoba por paisajes tan soñados, como hostiles.
miércoles 05 de diciembre de 2018
Dos merlinos unidos en una brutal aventura de bicicleta

Esta nueva aventura en bicicleta fue “desarrollando casi yo diría una nueva modalidad de ciclismo de aventura”, dijo Pedro de 49 años a Infomerlo. “Una especie de combinación entre el placentero Cicloturismo y el intenso MTB,  ya que, si bien la bicicleta iba equipada con todo lo necesario para viajar durante varios días, fuimos rodando por lugares que muchas veces apenas alcanzaban a ser una simple huella casi indistinguible que exigieron en muchas ocasiones que paradójicamente fuéramos nosotros los encargados de transportar a la bicicleta y no ella a nosotros”, agregó.

Pedro y Gerardo de 30 años, viajaron en jornadas de 14 a 16 horas de movimiento continuo llevando todo el equipamiento para hacer varios días en la montaña. Parte de los 300 kilómetros estuvo demarcada y otra fue a suerte del destino atravesando campos, ríos crecidos y pendientes de 45 a 50 grados.

Fue una aventura “brutal, muy difícil y exigente”, dijo Strelin que ya sumó otra a la lista interminable de historias que tiene en viajes sorprendentes por diferentes paisajes y de formas muy poco convencionales.

La aventura comenzó el 24 y se extendió hasta el 27 de noviembre. Partieron de Merlo temprano. Subieron por el camino al Filo, una vez allí fueron rumbo al sur. Por huellas, senderos y lugares sin demarcación. Llegaron al puesto de Ferreyra (bien arriba de la sierra a la altura de Villa Larca). Al día siguiente descendieron rumbo al sudeste hacia Alpa Corral. Esa parte se complicó cuando se desviaron de una ruta visualizada a la distancia y terminaron inmersos en una especie de bosque de zarzamora y vegetación cerrada que impedía que pudieran avanzar. 

El tercer día partieron hacia el Rio de los Sauces. Esa parte la realizaron por caminos convencionales, aunque lo que creían que les llevaría una hora y media, terminó cumpliéndose en cinco horas. “Empezó a llover y el barro se adhería a todas las partes de la bicicleta haciendo imposible rodar. Tuvimos que parar constantemente a limpiar las bicis para poder seguir”, dijo Strelin. Una vez en Rio los Sauces metieron las bicis al agua y las dejaron en remojo una hora hasta que se les fue despegando el barro. Al finalizar el día agotador, se alojaron en un residencial económico que encontraron al paso.

El último día partirían de regreso a Villa de Merlo. Las condiciones climáticas seguían siendo las peores, (fue el mismo fin de semana que hubo derrumbes en el filo de las sierras). Arrancaron a las seis de la mañana. Tomaron un camino que pasa por San Virgilio en la zona de Cerro Áspero un terreno poco amigable para circular y en ascenso.  Debieron cruzar el rio (que normalmente no supera la altura de la rodilla) con el agua al pecho por la crecida.

Cuando terminó la lluvia en el Filo, empezó la neblina y la noche sorprendió a los aventureros. Una de las bicis tenía erosionados los frenos, la otra estaba en sus últimos momentos de resistencia. La bajada fue atando las dos bicis y frenando en gran parte del descenso del Filo con los pies. “A duras penas pudimos llegar a destino a la 1 de la mañana. Comer y tirarnos a dormir”, cerró Strelin.

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