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Análisis

Una crisis que lastimó a todos los sectores

La forma en que se originó el conflicto entre el Ejecutivo Municipal y los trabajadores; las medidas de fuerzas de los gremios, las respuestas opositoras y la reacción de los vecinos. Pocos se salvaron del tembladeral político.
martes 23 de enero de 2018
Una crisis que lastimó a todos los sectores

Los salpicó a casi todos aunque no les guste. Los desechos de la crisis política municipal laceró a la dirigencia oficialista, la opositora y a los gremios. Además, de dejar al descubierto la conducta impropia de algunos vecinos. Pocos se salvaron del tembladeral de enero. Por supuesto, que los que más la sufrieron fueron los empleados municipales y sus familias. La demora en cobrar el salario les desordenó la vida.

La crisis se inició cuando el gobierno municipal no pudo pagar los salarios de diciembre. Por razones que aún no se han explicado de manera correcta, la gestión del intendente Rody Flores se quedó sin plata y dejó con los bolsillos vacíos a los empleados de planta permanente y contratados. La opacidad en la comunicación de las cifras de la economía municipal contribuye a no poder mensurar la crisis.

Flores y su anterior conformación del gabinete no acertaron nunca en explicar qué pasó para que el municipio no tenga los 6 millones de pesos que se necesitan para pagar los sueldos. En plena crisis recurrió al cambio obligado de colaboradores. Cinco nuevos secretarios. La explicación tampoco apareció.  Flores insiste, como en todo su mandato, de renegar de ocupar la centralidad política. Por eso, los actores que ocupan el centro del ring político terminan siendo opositores, gremialistas o hasta integrantes de su propio partido. También al intendente Flores le gusta decir que “delega” la gestión en sus colaboradores. Puede sonar interesante. Y hasta un modelo de gestión. Sin embargo, delegar el manejo de la economía es un riesgo. Argentina es un país  atado a la providencia y no seguir las cuentas día a día es un salto al vacío.

La suerte de la gestión de Flores está atada al plan que impulsa para sanear la economía municipal, la visibilidad de las finanzas y que el gobierno provincial comprenda que la ciudad en temporada alta requiere sí o sí de aportes extras para sostener el funcionamiento municipal. Además, los servicios educativos como el Mirlo y de salud como los CAPS precisan que se paguen desde provincia. Suman cerca de 20 millones al año. La ecuación del cálculo de la coparticipación para una ciudad como es Merlo, con un crecimiento demográfico brutal, requiere de una atención diferenciada y no una actualización cada 10 años.

ATE Y LA PROTESTA

El no pago en tiempo y forma de los haberes de diciembre derivó en un paro de los municipales por 18 días. La protesta la lideró ATE en un justo reclamo para que los trabajadores cobren. Sin embargo, los métodos de ATE para hacerse oír hastiaron a gran parte de la comunidad. Los dirigentes provinciales impulsaron acciones quizás más preocupados en escalar posiciones en el sindicato a nivel nacional, que en la solución real del problema.

La sociedad acompañaba el reclamo de los empleados municipales, pero cuando los gremialistas decidieron tomar la municipalidad y cortar ruta, se abrió una grieta. A eso se sumó las imágenes impropias e imprudentes dentro del edificio municipal, que no se corresponden con lo que se espera del comportamiento sindical. La lectura incorrecta del  desarrollo del conflicto dejó en evidencia que un robusto reclamo pueden tener asambleas famélicas, como a veces pasó.

Los delegados locales también deberán atender al conjunto de las necesidades de los municipales, sin dejar de escuchar a la comunidad. Los dirigentes con más cantidad de años en lo gremial hablan como si Villa de Merlo tuviera nueve mil habitantes. Anclados en ejemplos de gestiones anteriores, que gobernaron en un contexto local que nada tiene ver con el de hoy. Sería saludable que además de la queja acerquen propuestas – y cómo concretarlas -  y sostengan coherencia ideológica. Sin duda, el tiempo prolongado de la protesta también generó un desgaste entre los propios dirigentes.

LA OPOSICIÓN Y VECINOS

La oposición cargó la responsabilidad de la crisis en el gobierno municipal y provincial. Señaló al gobernador como la persona que “no quería” ayudar a Merlo. Junto a legisladores provinciales y al diputado nacional José Riccardo los concejales de Cambiemos dieron su visión de la crisis, se ofrecieron a gestionar un ATN ante el gobierno nacional y tendieron un puente para ayudar al intendente. Tienen un límite de genética política. Pertenecen a un espacio partidario que gobernó Villa de Merlo por 16 años y algunos de los yerros de ese tiempo se están pagando ahora en plata. Y a nivel nacional, son parte de un gobierno donde los trabajadores son la variable de ajuste.

En medio de la crisis, vecinos solidarios salieron a dar las respuestas que la política no sabía cómo resolver. Se autoconvocaron para levantar la basura que tapaba la ciudad en plena temporada. Fue un gesto solidario que contó hasta con presencia políticas que no quisieron ser figuras. Muy loable. Como contrapartida, otros vecinos mostraron lo poco que le importa el otro. En los volquetes donde se podía colocar las bolsas de basura tiraron residuos que podían esperar, como materiales de construcción o restos de poda. 

El restablecer los vínculos de confianza entre los trabajadores municipales y el Ejecutivo Municipal llevará su tiempo. Hay desconfianza mutua. La ruptura con la comunidad también demandará tiempo y acciones concretas. Habrá que ver si la dirigencia en su conjunto es capaz de sortear la mirada cortoplacista y pone en marcha medidas para evitar otro enero 2018. De no ser así que la Divina Providencia nos acompañe.   

 

 

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