miércoles 24 de abril de 2024    | Nubes 13ºc | Merlo, San Luis

Expedición

Aventura de tres merlinos en el Paraná

La balsa que usaron para la navegación fue construida con dos kayaks unidos por una estructura de madera. Un mástil y una vela era la propulsión cuando el viento lo permitía.
sábado 23 de diciembre de 2017
Aventura de tres merlinos en el Paraná

Tres expedicionarios (Pedro Strelin, Alejandro Norwint y Matias Aguilera) se aventuraron por el rio Paraná en una balsa construida en base a dos kayaks unidos por una estructura de madera. Un mástil y una vela cumplían la función de propulsar la nave cuando las condiciones de viento así lo permitían.

“La idea de navegar por un rio ancho aguas abajo sin la necesidad de remar para lograr un buen avance nació hace ya muchos años durante uno de los tantos viajes que realizamos por el Paraná .En aquellas ocasiones constatamos la predominancia de vientos favorables que según nosotros deberíamos aprovechar de alguna manera durante la navegación para ir más rápido y descansados”, explicó Pedro Strelin a infomerlo.com

“Así fue que esta vez decidimos poner en práctica lo aprendido y diseñamos una embarcación que cumpliera varias funciones entre ellas contar con una vela que nos propulsara con el viento. Además ansiábamos mejorar la comodidad de los tripulantes durante las largas jornadas de travesía, así es que decidimos que en vez de que cada una fuera en su propia embarcación, uniríamos dos de ellas a través de una estructura para de esta manera contar con una superficie más amplia que incluso nos permitiera pararnos y caminar sobre la misma. También lograríamos de esta manera mejorar la sustentación de la embarcación que ante situaciones de oleaje y de rápidos  amenazaban con darnos vuelta”, agregó el merlino.

LA TRAVESIA

Strelin dijo que para esta nueva expedición querían conocer la parte más primitiva del Paraná y por eso determinaron como punto de inicio del viaje la localidad de Goya, en Corrientes. “La presencia de playas con arena durante el recorrido nos permitió disfrutar del Paraná casi  como si se tratara del mar. Desde la misma embarcación en movimiento nos arrojábamos al agua continuamente para combatir los efectos del sol y el calor húmedo del Litoral”, detalló Strelin.

“A medida que avanzábamos aprovechamos los parajes y ciudades a la orilla del Rio para abastecernos de agua,  alimentos y alguna que otra cerveza. Esperábamos con terror la llegada del horario matutino ya que sabíamos que a partir de la caída del sol, los mosquitos aparecían por enjambres y se arrojaban sobre nuestra humanidad con una indiscutible sed de sangre”, dijo Pedro Strelin.

Según explicó, los días de viento a favor la vela de la embarcación se inflaba de una manera que recorrían 100 kilómetro prácticamente sin tener  que palear, en cambio los días donde el viento estaba "planchado", remaban todo el día y apenas recorrían 40 kilómetros.

EL DIOS MÁS IMPORTANTE

“Nuestro Dios más importante durante el viaje fue sin lugar a dudas el viento. La travesía llego a su fin no porque no quisiéramos seguir adelante,  sino porque los tiempos disponibles ya se habían acabado. El trabajo, la familia, la cotidianeidad, esperaban ansiosos nuestro regreso. En nuestras mentes ya se estaba gestando la próxima aventura”, dijo Strelin.

Más noticias
Últimas noticias