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Escuela Víctor Mercante

Historias asombrosas de una escuela de montaña que cumple 100 años

En un paraje cerca de Nono, en Traslasierra, un colegio rural celebra un siglo. Acumula anécdotas y personajes que impactan. Hoy tiene sólo a 11 alumnos.
domingo 24 de septiembre de 2017
Historias asombrosas de una escuela de montaña que cumple 100 años

Que una escuela rural de montaña cumpla un siglo merece celebrarse. Con una fiesta criolla, este viernes festejará sus cien años de historias la Escuela Víctor Mercante, del paraje Los Algarrobos, ubicado “más arriba” de Nono (en Traslasierra). En un siglo ha acumulado personajes e historias de lucha y fervor auténticamente serranos.

Una maestra abriendo el camino, una monja evangelizando en condiciones extremas, el “enfermero gaucho” llevando salud ó un maestro adoptando a un alumno son algunos de los relatos que hablan de vínculos únicos a 1100 metros sobre el nivel del mar.

Los vecinos dicen que en la escuela, que no tuvo edificio propio por más de 40 años, se aprendía a escribir, a leer, a rezar, a querer a la Patria y a respetar. Hoy tiene sólo a 11 niños que cursan desde el jardín hasta cuarto grado, pero en 1959 llegó a contar con 84 alumnos. Hasta mediados de la década de 1960 no había camino. Y no hace mucho que le llegó la energía eléctrica.

Un asado “a la bolsa”, entre homenajes y recuerdos, con artistas que donan sus actuaciones, concentra la atención en el festejo en este recodo de las sierras donde la actividad educativa comenzó y vivió años a pulmón y tracción a sangre. Aquí, los vecinos sienten la escuela como un logro propio, porque en realidad lo es.

ABRIENDO EL CAMINO

Dicen que la “Señorita Juana” partía desde Nono antes que el sol, montada en su flaco caballo moro, para recorrer a campo traviesa los nueve kilómetros que la separaban de su escuela sin edificio. Por el camino (sin camino) iba subiendo a su monta a los alumnos que la esperaban en el trayecto.

Cuando ya eran varios los “pasajeros” ella se bajaba y continuaba caminando para llegar llevando “a tiro” a su sufrido caballo. Recién después del mate cocido a leña empezaba la jornada escolar en una habitación prestada o alquilada.

TRANSCURRÍA LA DÉCADA DE 1950

Entonces, “la señorita” comenzó a gestionar entre los propietarios de campos el espacio para abrir un camino desde el norte. Después logró que los hombres de la zona, donde aún movía voluntades el espíritu comunitario de las “mingas”, abrieran el camino. “La Señorita” se ocupaba hasta de traer los animales de las sierras para que los voluntarios comieran.

Cuando el camino dejó llegar vehículos, insistió con la gestión del edificio, que quedó inaugurado en 1969. En 1964 se decidió que se llamara Víctor Mercante. En 1971, después de dar su última clase, “la señorita Juana” regresó por el camino que ella soñó y logró.

Ese camino, que une el Museo Rocsen con la escuela, se llamará desde este viernes “Juana Altamirano Bringas de Pereyra Granados”.

DE ROSARIO A RUMUALDO

El acta gubernamental que dispone la creación de una escuela fiscal en el paraje Los Algarrobos o Las Conanas, escrita con pluma, data de 1917. Le tocó a Rosario Loza de Reynoso ser la primera maestra, quien dio sus lecciones en la casa de don Ezequiel Ahumada, y después en la de Gabriel Reynoso. 

Cecilia Murúa es la actual directora y quien logró reconstruir la historia. “Yo crecí aquí y era mi sueño ser la maestra, no puedo pedir más” dice. Su prima, Ines López, es la cocinera desde hace 30 años.

La historia destaca a la monja Ignacia Mazzat, quien diariamente caminaba desde Nono con su mensaje evangelizador y solidario. “Hizo una gran labor cultural, humanitaria y moral desde la escuela”, resume Cecilia.

Amelia Ahumada de Chávez fue quien en los ´60  el terreno, con un algarrobo de varios siglos, donde se construiría la escuela y la sala de primeros auxilios que hoy lleva su nombre. Esa sala, hoy dispensario, fue el sueño de Rumualdo Merlo (77), el “enfermero gaucho” que a caballo, durante más de 40 años, transitó con su botiquín, leche en polvo y remedios, esa parte de Traslasierra hasta la Pampa de Achala.

Cuando Rumualdo era joven, en una fiesta familiar un joven mató a otro en una pelea con puñales. El fallecido era hermano del enfermero. El otro joven resultó gravemente herido, y su familia lo llevó hasta Rumualdo, porque “se iba en sangre”. Merlo, un ser excepcional, hoy octogenario, no dudó en salvar la vida de quien acababa de matar a su hermano.

“Hoy haría lo mismo” dice el hombre que fue destacado con el premio Córdoba Solidaria en 2001.

Los niños hoy estudian en una escuela con cientos de historias, tantas como años cumplirá el colegio.

EL PROFE-PAPÁ DE LAS SIERRAS

A la escuela llegaron en 2010 cuatro notebooks. Pero no había un docente de informática. Fue entonces que Javier Castellano, flamante vecino en el paraje Los Algarrobos, se ofreció a ser profesor “ad honorem” de esa especialidad. Su contacto con la comunidad educativa fue excepcional, pero su vínculo fue especial con el alumno de una familia particularmente vulnerable.

Cuando murió la tía que criaba a ese niño, y éste se vio sólo, Javier comenzó a albergarlo. El chico le pidió que él fuera su papá. En mayo de este año, después de cuatro años de convivencia, la Justicia le dio a Javier la guarda preadoptiva de “Gabrielito”, hoy de 11 años.

Fuente: Diario La Voz

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