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En Polonia

Jóvenes de Santa Rosa con el Papa Francisco

Un grupo de jóvenes de la localidad de Santa Rosa del Conlara comparte su emoción de haber viajado junto a una enorme cantidad de argentinos a Cracovia, Polonia para recibir al Papa. Todos participan de la Jornada Mundial de la Juventud.
viernes 29 de julio de 2016
Con el Papa
Jóvenes puntanos en el encuentro con el Papa Francisco.
Jóvenes puntanos en el encuentro con el Papa Francisco.

El Papa Francisco llegó a la capital polaca para presidir la Jornada Mundial de la Juventud 2016. Los jóvenes llegaron con una enorme alegría a la ciudad natal del ex Papa Juan Pablo II. Lo hicieron para poder estar cerca del Papa Francisco, como miles de jóvenes de todo el mundo.  El jueves participaron del primer acto oficial de la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, Polonia. Allí Francisco invitó a los jóvenes a “rebelarse”. Que se animen a cuestionar, soñar, y evitar que les vendan humo y falsas ilusiones. Que ellos pueden cambiar las cosas.

La radio Municipal de Santa Rosa compartió parte de la cobertura especial con declaraciones llenas de emoción por parte de los jóvenes puntanos. También algunas fotos del viaje. Los familiares y amigos escucharon llenos de orgullo las palabras de los jóvenes.


El Papa Francisco en Auschwitz: «Señor, perdona tanta crueldad»

Entre 1940 y 1942, los nazis mataron en esos lugares a 150.000 polacos, prácticamente toda la elite del país desde los políticos hasta los intelectuales y los profesores universitarios. A partir de 1942, Birkenau fue expandido hasta poder albergar 100.000 prisioneros y dar muerte a gran número de judíos en un macabro complejo de cuatro cámaras de gas y cuatro hornos crematorios.

Los niños, los ancianos y los enfermos iban inmediatamente a la muerte, mientras que las personas sanas se incorporaban al complejo de cuarenta fábricas de munición, material de guerra y caucho sintético. A medida que el trabajo les iba dejando sin fuerzas, les mataban.

Cuando sobraban brazos, incluso la gente sana iba directamente a las cámaras de gas, como la filósofa judía alemana Edith Stein, santa Teresa Benedicta de la Cruz, según el nombre que tomó en el Carmelo.

Francisco siguió rezando mientras un rabino cantaba en el idioma hebreo original el Salmo 130, un grito desgarrador a Dios conocido en latín como «De profundis». Después se acercó a saludar a las veinticinco personas, en su mayoría muy ancianas, que salvaron a judíos escondiéndolos en sus casas a riesgo de su propia vida.

Tanto el rabino jefe de Polonia como muchos otros en varios países han aplaudido el silencio de Francisco. La «Shoah» es un mal indescriptible, y en el escenario del mayor crimen de la historia humana, lo más adecuado es un silencio que, paradójicamente, se convierte en un fortísimo mensaje de respeto hacia las víctimas y el pueblo judío.

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