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Merlo en la historia

El día que encarcelaron al poeta

Antonio Esteban Agüero; el cura del pueblo y diez vecinos más fueron detenidos al sospechar que querían pedir la rendición de Buenos Aires desde Villa de Merlo, sostenidos por "un ejercito de alondras". Increíble, pero cierto.
martes 30 de junio de 2015
El día que encarcelaron al poeta

Sucedió hacia fines de 1952. Año bisiesto. Y dicen que fue por culpa de un poema interpretado como una proclama revolucionaria. Villa de Merlo era por entonces un poblado con unos mil habitantes y los alcahuetes del gobierno de turno creyeron que en esa comarca, un grupo de vecinos preparaban un levantamiento de dimensiones nacionales. El delirio de los investigadores llevó a meter presos al poeta Antonio Esteban Agüero; al cura del pueblo, Antonio Olguín; a Luis Miñán, Luis Mercau Saavedra, Julio Arce, Onofre Baigorria, Carlos Arias, José Antonio Hernández, Domingo Julio Falco, Carlos Miñán y Alberto César Olivera.

Los acontecimientos en ese tiempo tienen mucho de realismo mágico. El poeta Antonio Esteban Agüero había escrito su memorable poema “Yo Presidente”.  En sus versos pedía la rendición de Buenos Aires y mencionaba que detrás de él tenía un “ejército de alondras” y estaba apoyado por la “división blindada de los cóndores”. Un millón de caballos acompañaban su epopeya literaria para rodear a la Capital Federal. Y mencionaba que toda la información se la pasaban  los “secretos lechuzos”. Esos versos fueron “descifrados” por los buchones como un bando contra el gobierno central. Una alucinación, alimentada en la imaginación de los pesquisas.

Entonces comenzó el sutil asedio y la vigilancia al grupo rebelde, en un pueblo donde todos sabían de todos y todo se sabía enseguida. Y hasta se mencionaban hechos que nunca ocurrieron pero que el imaginario popular daba como cierto. La Policía Federal mandó a sus propios lechuzones que vigilaban los movimientos de los “vecinos sospechosos”, que se percataron de la torpeza de la vigilancia y nunca le dieron importancia. Se reunían a compartir un asado, en torno a un fogón o a tomar café en el Parque Hotel. Y se dedujo que esos encuentros eran parte de una conspiración. De una confabulación que podía terminar con el presidente.

Las requisas y las detenciones se produjeron el viernes 12 de diciembre de 1952. Y todo el grupo fue acusado de una ser parte de una revolución. Secuestraron dinámita en una casa sin conocer que los explosivos eran usados en la mina "La Marquesa". Antonio Esteban Agüero, “Capitán de pájaros”, junto con sus amigos y hasta el sacerdote del pueblo fueron encarcelados. Los trasladaron a San Luis con la intervención de la Justicia Federal. Permanecieron detenidos tres meses y doce días. El escándalo llegó hasta los medios nacionales y terminó en un papelón para los alcahuetes de entonces. Pero el episodio quedó registrado en la memoria de Villa de Merlo y en los archivos judiciales y periodísticos.

EL POEMA 

Yo, presidente 

Yo, Antonio Esteban Agüero, 

capitán de pájaros, 
general de livianas mariposas, 
estoy en Buenos Aires, 
la capital del Plata, 
para ser presidente 
y organizar la Patria. 

Detrás he dejado 
los pueblos que me siguen, 
ejército de alondras, 
la división blindada de los cóndores, 
las águilas que saben del sabor de la piedra, 
calandrias, 
chalchaleros, 
chiriguas mañaneras, 
los secretos lechuzos que me pasan 
la información del día y de la noche. 

Tengo un millón de caballos 
¿Escucháis su relincho? 
Que rodean la urbe por sus cuatro costados, 
sus jinetes son muertos de Facundo, 
son muertos de Ramírez, 
montoneros del Chacho 
sableadores de Pringles, 
domadores, 
remeseros, 
rastreadores, 
guitarreros, 
espectrales jinetes que cabalgan 
mi millón de caballos. 

Les ruego que se rindan 
que depongan las armas, 
que guarden los tanques, 
y encierren los cañones, 
porque mañana a mediodía 
quiero estar en la Plaza de Mayo 
sobre viejos balcones del Cabildo 
para ser presidente y 
prestar juramento: 
por los ríos de sangre derramada, 
por los indios y los blancos muertos 
por el sol y la luna, 
por la tierra y el cielo, 
por el padre Aconcagua, 
y por el Mar oceánico, 
y por todas las hierbas y los bosques, 
y por todas las flores y los pájaros, 
y por el hambre de los niños pobres, 
y la tristeza de los niños ricos, 
y el dolor de las jóvenes paridas, 
y la agonía de los viejos ..... 
Juro 
Yo juro. 

Hacer de este país la Patria. 
Ordeno que se rindan 
porque mañana a mediodía 
entraré en Buenos Aires. 
Tengo un millón de caballos 
¿Escucháis su relincho? 
Nadie podrá atajarme.

foto: gentileza Casa del Poeta

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