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Aventura

Unieron Villa de Merlo con Rosario en bicicleta y balsa

Tras ocho días de viaje los Merlinos, Pedro Strelin y Matías Aguilera, que viajaban en bicicleta y balsa a la ciudad de Rosario llegaron a destino.
martes 26 de mayo de 2015
Unieron Villa de Merlo con Rosario en bicicleta y balsa

“Son las 7 de la mañana cuando paso a buscar a Mati (Matías Aguilera) por su casa en el barrio 140. Tenemos por delante un viaje del cual creo aún no tomamos dimensión. Las bicicletas están cargadas con elementos tan extraños como  cámaras de camión, un serrucho, un machete, dos remos recortados, un rollo de media sombra verde, un inflador de pie. Todas cosas que quedan a la vista (y nos dejan en evidencia), porque por su tamaño no pueden disimularse en las alforjas”, contaba Pedro Strelin el día de la partida.

Según explicó, ese día era una especie de prueba de fuego. “El cruce de la sierra siempre es duro, y más con 30 kilos de equipaje en las bicis, apenas podemos levantarlas y eso nos produce gracia, una respuesta positiva a una realidad adversa”.

Llegaron casi de noche al pequeño pueblo de Río de los Sauces, donde los pocos pobladores los recibieron con calidez. Allí todos están dispuestos a una charla de unos minutos para saber hacia dónde iban y de dónde habían partido.

“El segundo día nos llevaría ya hacia la anhelada pampa húmeda, en este caso nos daríamos con la realidad de una ´pampa inundada`. Nos dirigimos hacia el este por caminos rurales, pasamos por Elena y luego cruzamos directo a General Dehesa por un camino de tierra en `aceptable` estado cuyo traqueteo sin embargo empieza a hacer mella a nuestras parrillas, que ya están todas reparadas con precintos”.

El viaje continuó andando y desandando caminos rurales inundados a una velocidad menor a la deseada por los viajeros,  para llegar al ansiado río Carcarañá. Al final del cuarto día Pedro y Matías ya están en la orilla del río. Y comienza a sacar los elementos para armar una balsa. “Un cañaveral a 100 metros de donde estamos armando la balsa es nuestro pasaporte a la ‘navegabilidad`, hay que apurarse. Se hace de noche y no queremos estar allí cuando oscurezca”, decía Pedro en su diario del viaje.

LA TORTUGA

“La ‘tortuga`, como llamamos a la balsa por su forma y principalmente por la escasa velocidad que desarrolla, es todo un éxito. Amplia, cómoda, flexible al oleaje, es prácticamente imposible sufrir un vuelco en alguno de los rápidos que enfrentaremos. Los próximos cuatro días navegaríamos rio abajo ayudados por la corriente del rio y su abundante caudal. El fuerte viento norte dificulta el avance cuando alguna de las curvas nos enfrenta a él. En esos tramos la embarcación parece retroceder. Pasamos la noche en balnearios como Boca del RÍo, los Surgentes, Cruz Alta y Arequito, todos devastados por las inundaciones de febrero”.

Pedro Strelin dice: “a estas alturas del viaje son la mente y el espíritu los que comandan, el cuerpo ya ha caído presa del agotamiento y si fuera por él decidiría no continuar. Estamos de excelente ánimo, contentos con el descubrimiento que implica dar cada remada, resolviendo continuamente cuestiones relacionadas con la calidad y comodidad del viaje. Para colmo de suerte Mati resulta ser un excelente pescador y nos provee de una deliciosa cena a base de moncholos (bagres de rio)”. La etapa de navegación finaliza a la altura de Arequito. Allí los aventureros merlinos desarman “la tortuga”.  

“El último día de viaje volvemos a las bicis. Nos separan 100 kilómetros de nuestro objetivo: la ciudad de Rosario. Pedaleamos como autómatas con el viento casi en contra durante horas. Nuestra apariencia física delata las jornadas de doce horas que desarrollamos durante la última semana. Decidimos pernoctar en un Hostal céntrico. Mañana nuestro amigo Balta nos viene a buscar en auto. Debemos volver a nuestra querida Villa de Merlo para trabajar el fin de largo”.  

 

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