2019-07-09

Otra aventura

Merlinos cruzaron en balsa dos de los embalses más grandes de San Luis

Pedro (50 años) y Federico Strelin (18 años) ya habían vivido una experiencia en balsa. Fue en el Rio Paraná durante una semana en la que recorrieron 600 kilómetros con la corriente a favor. Esta vez dependieron de la dirección y la fuerza del viento.

Armaron una balsa con dos kayaks puestos en paralelo y unidos por una estructura. De la estructura sacaron un mástil al que le adosaron una vela de windsurf de 4,5 metros por 1,90. En la parte posterior de la embarcación sumaron el correspondiente timón, “un remo grande que se coloca en el centro de la embarcación posterior y con eso se timonea la nave”, explicó Pedro a Infomerlo.

En esta oportunidad el objetivo para la aventura fue avanzar en aguas quietas. Dependiendo del viento o del remo. Por eso hace cuatro días viajaron rumbo a dos de los embalses más grandes de la provincia: el Dique San Felipe y Paso de las Carretas.

Para los cruces primero estudiaron los posibles puntos de embarco y desembarco. “Todo queda supeditado al viento”, destacó Strelin. “El retorno lo hacíamos mediante una bicicleta. Aparte de tener la embarcación a vela, llevábamos una bicicleta. Al terminar el recorrido, sacábamos la embarcación del agua. Yo agarraba la bicicleta hacia todo el recorrido nuevamente hasta el punto de inicio por tierra. Subía la bici a la camioneta y volvía a buscar la embarcación al final del recorrido”, detalló Pedro.

El primer día estuvieron en el Dique San Felipe. “Lo navegamos longitudinalmente de extremo a extremo. Hicimos aproximadamente 6 kilómetros y medio de navegación a un promedio de 4 o 5 kilómetros por hora porque el viento estaba bueno, pero no era tan fuerte. El segundo día pensábamos navegar el Dique La Florida. Pero cuando llegamos no soplaba una gota de viento”, contó. Por eso decidieron no perder tiempo y comenzaron su viaje rumbo al Embalse Paso de las Carretas en Saladillo. Ahí soplaba una brisa linda que les permitió hacer un recorrido de unos 9 kilómetros de circunvalación. Un poco gracias al viento, otro poco a los remos. “Con esta experiencia uno entiende como el viento en la antigüedad era un verdadero dios, cuando la gente tenía que cruzar un océano a través de un barco a vela”, reflexionó.

“Un placer hacer estas experiencias con mi hijo. Más sabiendo que el año que viene ya se va a estudiar a Córdoba. A hacer su vida y forjar su destino. Antes de eso poder disfrutar juntos de estas experiencias, hacen que uno se sienta muy unido”, señaló Pedro.

Esta experiencia es una prueba y parte de un proyecto mucho mayor que realizarán antes de fin de año. Realizarán el cruce de uno de los espejos de agua más grande de América. Será en aguas saladas, por lo que tendrán que llevar mucha agua potable para hidratarse. También pasarán dos o tres días dentro de la balsa hasta arribar a la costa.

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